Habb, la araña, anda, busca, vive, siempre sola, va de aquí a todos lados sin ser fijada ni detenerse mucho, algo iracunda y distraída, sólo se dedica a vivir por vivir y a la caza sin importarle lo que caza o siquiera saberlo, pues cuando tiene presa, parece que tiene prisa, y siempre le llega como sin esperarla y sólo espera y espera a que muera, como si fuera a coleccionarla, no sabe si ya esta satisfecha y en ocasiones, simplemente, se larga...
Sabe ahora que lleva tiempo caminando en un mundo sin muchos colores para ver mas que el negro, el blanco y muy a veces el rojo que es el que la pone alegre pero, no le importa, lo disfruta, es su mundo al que domina y cree que no necesita de otros colores, pero un día, tal vez sin pedirlo, pero siempre sin quererlo, da cuenta que lleva rato que camina sobre territorio nuevo y desconocido y que el lugar que ahora habita es gigante, se mueve y tiene una forma conocida...
Brinca y salta para llegar tan arriba sólo para asombrarse desde muy alto que es tan minúsculo e insignificante y que su andar la ha llevado a estar parado sobre Gea, una gigante tortuga de color de la tierra que no nota su presencia y mucho menos de que Habb camina por su cabeza, pero la araña, equivocadamente soberbia pero a la vez inocente, hará todo lo posible por llamar su atención para ser notado, sin saber que Gea se adentra en un mundo completamente diferente al momento de guardar la cabeza...
Piensa e imagina cómo atraerla, planea y ensaya pero no sabe por dónde empezar para poder envolver su caparazón en forma de pelota como de rugby, aunque tarea muy imposible, espera, vuelve y vuelve a esperar y sin ser sorpresa se desespera porque Gea ya no asoma cabeza para poder atraparla, ha desaparecido y no sabe si algún día volverá a salir, no puede esperar porque no sabe cuánto tiempo seguirá ahí...
Afuera ya no hay señales, ya no hay respuestas, ya no hay espera por más víctimas que valgan la pena, ya no es cazador, es presa, Habb entiende que ahora sólo le queda una única opción de morir en el olvido o adentrarse a buscar la tortuga en el interior del caparazón del Xib'alb'a (o Xibalbá: inframundo maya) para fusionar el rebelde e indomable espíritu de la Áak que habita tan adentro con el suyo del Am... (tortuga y araña en maya).
No sabe lo que pasará, no conoce el lugar, tampoco teme ser víctima porque el color negro entre el que tanto había habitado se ha tornado en rojo, ahora todo el lugar es colorado y le enamora, por lo que ha decidido nunca abandonarlo pase lo que pase, ha llegado al centro del caparazón, se encuentra frente al Puksi'Ik'Al (Corazón) de la tortuga pero sabe que tratar de llevárselo ahora y siempre será imposible, decide saltar y dejar todo atrás sin saber si Áak ha notado de su presencia, arriesgando todo para mezclarse entre su K'I'Ik (Sangre), que lo llevará entre torrentes a conocer fascinado todo lo que le será nuevo...
Se relaja, entiende y sólo le resta disfrutar del viaje, y aunque nada sabe, ruega que el tiempo lo lleve y lo cobije en un pequeño lugar entre la Pool (Cabeza) y el Puksi'Ik'Al de la gigante tortuga sin importarle esperar el tiempo exacto para enraizarse y tejer su red para habitar y no querer salir jamás dentro de la K'I'Ik de Gea porque sabe que el flujo lo llevará infinidad de veces por el Puksi'Ik'Al; pero sólo si los dioses lo amparan y le conceden su único deseo, vivirá sin arrepentirse y sin siquiera pensarlo con la siempre condena de tener un miedo consciente de que sólo la voluntad de la tortuga decidirá si expulsarlo o aceptarlo parásito y rendirse gustosa para fundirse en un sólo Áak-Am, un ser completamente nuevo, dual, complemento uno del otro...