Todos tenemos cierta resistencia
al cambio, unos más, otros menos, el asunto viene cuando nuestra resistencia es
tan grande o tan arraigada en nuestras costumbres que sólo las reflejan como
malas costumbres u obsoletas.
A lo que voy es a esto: ¿cómo es
posible que aquí en una oficina de Gobierno Federal, personas que trabajan
frente a una computadora por lo menos siete u ocho horas diarias, utilizan
todavía una sumadora o una calculadora física cuando necesitan hacer cálculos
básicos; cuando tienen la que viene en la misma computadora como software o las
fórmulas básicas del excel? #nolajodan
Es como ir a cualquier clínica o
dependencia del I.M.M.S. y ver cómo son prácticamente museos de máquinas de
escribir y que para acabarla de chingar, todavía las usan o las toman en cuenta
en los inventarios como activo y obvio no pueden trabajar si no tienen la cinta:
#nolajodan con razón uno se tarda años en cualquier trámite. Aquí lo mismo,
es un museo de sumadoras y hasta parece que compiten por ver cuál hace más
ruido.
¿Me pregunto si ese miedo al
cambio será igual para todos sus aspectos de la vida?, y creo que si por la
forma en la que pasan su día: Llevo poco tiempo y siempre la gente parece que
hace lo mismo desde hace décadas y no tienen la misma intención de cambiarlo; y
no porque esté mal, sino porque sus costumbre no les permiten ver que hay
formas diferentes de hacer las cosas, sobre todo si son para hacer el trabajo o
más fácil o más rápido.
Ejemplos sobran: Los software o
programas más utilizados están en la intranet y son muy lentas pero nadie
reporta nada ni mucho menos exige que se mejore, además de que es software con
plataformas de hace diez o quince años, las bases de datos no están
actualizadas y arroja datos muy pero muy lentamente, utilizan dos o tres
programas para el mismo fin, nadie le avisa a nadie de los cambios o
actualizaciones –si es que existen-, imprimen todo para sólo guardarlo y
archivarlo, tienen impresiones de documentos de consulta que están en la
intranet y no es ni era necesaria su impresión, sus cajones están llenos de mil
madres que no utilizan y ya ni me meto en lo “nuevo” en cuanto a la tecnología de
su teléfono celular porque creo que el juego de la “viborita” de los modelos
Nokia aún les son de novedad así como sus cd´s de artistas propios de la
programación del fonógrafo o de la era del dinosaurio del
rock & roll, pero en fin.
Supongo que, por ejemplo, cuando
manejan algún automóvil toman las mismas rutas y si hay tráfico, no buscan
alternativas porque así es la única forma que conocen de llegar a su destino,
así tengan calles paralelas vacías y que solo les toma unos instantes tomar las
vías alternas; lo mismo para hacer lo que sea; sus procesos y métodos son
siempre los mismos y para ni madres se han preguntado si lo que hacen tiene una
forma más fácil, rápida y eficiente de llegar a su objetivo: de nuevo
#nolajodan. Lo peor del asunto es que a veces hacen pasos en sus procesos
que son innecesarios o irrelevantes o ya caducaron pero los siguen haciendo de
todas formas pie de la letra y siempre se justifican con la pendejada esa de:
“por si las moscas” o peor aún, dicen: “por si las flys” (!).
Me pregunto si cuando pasen diez,
veinte o treinta años yo seré igual de pinche viejo necio y me aferraré a “mi
tecnología” a “mi –adoptado-a-la-mala- modo de hacer las cosas” y “a seguir
paso a paso sin preguntar si puedo saltar alguno para hacer una tarea o
conseguir un objetivo” o estaré abierto al cambio, a lo que me puedan enseñar
los jóvenes, a las comodidades de la nueva tecnología pero sobre todo a las
necesidades de los tiempos en los que estemos viviendo y no estar anclado a la
tonta idea de que no cambio ni lo más mínimo por miedo a sentirme inútil pero
cuando son esas formas de ver y hacer las cosas las que son inútiles.
¿Dónde he visto eso? ¿Dónde?...
ResponderEliminarTe abran leído en Penn State?
ResponderEliminarMadres!!! pensé que había sido lo de Paterno por la influencia de tu blog, pero si esta mal pedo el asunto
ResponderEliminar