martes, 8 de noviembre de 2011

#nolajodan


Todos tenemos cierta resistencia al cambio, unos más, otros menos, el asunto viene cuando nuestra resistencia es tan grande o tan arraigada en nuestras costumbres que sólo las reflejan como malas costumbres u obsoletas.

A lo que voy es a esto: ¿cómo es posible que aquí en una oficina de Gobierno Federal, personas que trabajan frente a una computadora por lo menos siete u ocho horas diarias, utilizan todavía una sumadora o una calculadora física cuando necesitan hacer cálculos básicos; cuando tienen la que viene en la misma computadora como software o las fórmulas básicas del excel? #nolajodan

Es como ir a cualquier clínica o dependencia del I.M.M.S. y ver cómo son prácticamente museos de máquinas de escribir y que para acabarla de chingar, todavía las usan o las toman en cuenta en los inventarios como activo y obvio no pueden trabajar si no tienen la cinta: #nolajodan con razón uno se tarda años en cualquier trámite. Aquí lo mismo, es un museo de sumadoras y hasta parece que compiten por ver cuál hace más ruido.

¿Me pregunto si ese miedo al cambio será igual para todos sus aspectos de la vida?, y creo que si por la forma en la que pasan su día: Llevo poco tiempo y siempre la gente parece que hace lo mismo desde hace décadas y no tienen la misma intención de cambiarlo; y no porque esté mal, sino porque sus costumbre no les permiten ver que hay formas diferentes de hacer las cosas, sobre todo si son para hacer el trabajo o más fácil o más rápido.

Ejemplos sobran: Los software o programas más utilizados están en la intranet y son muy lentas pero nadie reporta nada ni mucho menos exige que se mejore, además de que es software con plataformas de hace diez o quince años, las bases de datos no están actualizadas y arroja datos muy pero muy lentamente, utilizan dos o tres programas para el mismo fin, nadie le avisa a nadie de los cambios o actualizaciones –si es que existen-, imprimen todo para sólo guardarlo y archivarlo, tienen impresiones de documentos de consulta que están en la intranet y no es ni era necesaria su impresión, sus cajones están llenos de mil madres que no utilizan y ya ni me meto en lo “nuevo” en cuanto a la tecnología de su teléfono celular porque creo que el juego de la “viborita” de los modelos Nokia aún les son de novedad así como sus cd´s de artistas propios de la programación del fonógrafo o de la era del dinosaurio del rock & roll, pero en fin.

Supongo que, por ejemplo, cuando manejan algún automóvil toman las mismas rutas y si hay tráfico, no buscan alternativas porque así es la única forma que conocen de llegar a su destino, así tengan calles paralelas vacías y que solo les toma unos instantes tomar las vías alternas; lo mismo para hacer lo que sea; sus procesos y métodos son siempre los mismos y para ni madres se han preguntado si lo que hacen tiene una forma más fácil, rápida y eficiente de llegar a su objetivo: de nuevo #nolajodan. Lo peor del asunto es que a veces hacen pasos en sus procesos que son innecesarios o irrelevantes o ya caducaron pero los siguen haciendo de todas formas pie de la letra y siempre se justifican con la pendejada esa de: “por si las moscas” o peor aún, dicen: “por si las flys” (!).

Me pregunto si cuando pasen diez, veinte o treinta años yo seré igual de pinche viejo necio y me aferraré a “mi tecnología” a “mi –adoptado-a-la-mala- modo de hacer las cosas” y “a seguir paso a paso sin preguntar si puedo saltar alguno para hacer una tarea o conseguir un objetivo” o estaré abierto al cambio, a lo que me puedan enseñar los jóvenes, a las comodidades de la nueva tecnología pero sobre todo a las necesidades de los tiempos en los que estemos viviendo y no estar anclado a la tonta idea de que no cambio ni lo más mínimo por miedo a sentirme inútil pero cuando son esas formas de ver y hacer las cosas las que son inútiles.

3 comentarios:

  1. ¿Dónde he visto eso? ¿Dónde?...

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  2. Madres!!! pensé que había sido lo de Paterno por la influencia de tu blog, pero si esta mal pedo el asunto

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