lunes, 15 de julio de 2013

Pereza Mental

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Es penosa la realidad cuando es culpable de los risibles resultados, la misma pena cuando las ideas son tan retrógradas o carecen del razonamiento necesario para convertirse en acción que estimule el progreso personal o colectivo, y que por el contrario, a veces se convierten en pésimas acciones.

El más grande de todos los miedos siempre ha sido hacia lo desconocido, que es algo que por ende no es controlado, y dentro de eso “desconocido”, a lo que más se le teme es a la muerte: Dentro de todo tipo de ideas, pensamientos o hasta estudios sobre la muerte, pareciera que lo único que se busca es el consuelo de un bienestar en el “otro lado”; No existe testimonio, tipo de medición o de control sobre ella, entonces se le ha dado, dentro de la ignorancia y el amplísimo terreno que domina, un tinte maligno y oscuro y todo porque no se le puede tener y mantener sujeta al capricho del hombre, aunque eso no quiera decir que no se lucre con ella y todos sabemos que el miedo vende y con altas utilidades. Si bien todo lo desconocido es sujeto de malo o dañino.

Si bien en la antigüedad se enterraban a los difuntos con todo tipo de objetos como armas, juguetes, vestimenta, joyas, amuletos, escudos, y hasta con animales y sirvientes con la idea de que fueran utilizados en su “otra vida”, nada ni nadie ha podido decir con seguridad qué es lo que hay en ese “otro lado” por la sencilla razón de que nadie ha vuelto y porque nadie quién ya ha pasado hacia ese lado lo ha experimentado como para dar un testimonio; tal vez sea porque en realidad ni existe nada, o tal vez porque la fiesta en el otro lado está en su mejor momento y nadie tiene tiempo de regresar a saludar y explicarnos que nos espera; nadie lo sabe, en serio: NADIE, pero lo más patético del asunto es que alguien, como las iglesias, te hablen de algo que nadie ha visto y nadie conoce con tal seguridad cuando en realidad no tienen ni la más remota lógica y que, por supuesto, lo vendan y lo obliguen a creer entre sus seguidores o de lo contrario son acreedores a todo tipo de penas y castigos a diferentes niveles; claro, poniéndole uno que otro tinte de consuelo en sus “explicaciones” para desahogar a los más temerosos y evitar que comiencen a pensar por sí solos.

No se puede negar la riqueza cultural de los usos y costumbres de los actuales pueblos indígenas por ejemplo, pero de eso a creer que un brujo de Catemaco puede curar con sus “técnicas” enfermedades que difícilmente conoce a comparación con un verdadero doctor es otra cosa, es vergonzoso que un doctor, a quien le ha costado años de estudio y decenas de cursos y seminarios de actualizacion en el campo que domina, tenga que “pedirle” a un paciente con cáncer que no abandone su tratamiento porque está más convencido de ir con brujos que con engaños disfrazan sus métodos como “medicina alternativa” y que encima de todo, no falta quien asegura que tiene a un conocido que se curó gracias a estos hechiceros urbanos que son los primeros en abrir sus puertas a los desahuciados y desesperanzados siempre y cuando traigan dinero con el que le pondrán un alto precio a su esperanza pero sobre todo, acudan con muchas ganitas de creer en tarugadas. PATÉTICO y punto.

¿Para qué entonces tenemos científicos que tratan de investigar el origen, las causas y las soluciones de virus, bacterias, parásitos, células cancerígenas, padecimientos y todo tipo de enfermedades, si con pedirle a un pedazo de yeso en forma de humano y al que llaman sus fieles seguidores “Santo o Mesías” puede solucionarlo todo si sabes cómo rezarle bien bonito para conmoverlo y que te ayude?, ¿por qué es tan difícil de creer y convencer a la gente de que la solución está en la buena investigación y su aplicación y no en el producto de mitologías y cuentos tontos?

La respuesta es fácil: Porque llevamos arrastrando “usos y costumbres” tontas por siglos; y ese “arrastre” no nos deja seguir al paso que exige un progreso social eficiente y que le urge al país para tener un buen sistema de salud, de pensamiento y educación científica, académico, de ayuda humanitaria y de verdadero avance porque tenemos miedo también al cambio y creemos que no lo necesitamos.

No sé si se han dado cuenta pero curiosamente donde más educación falta es donde más milagros aparecen, ¿o porqué no aparece la cara de Jesús en una universidad?; no han aceptado que la religión solo es cuestión de geografía y que donde hubiesen nacido, practicarían la religión dominante de la zona mas no por un convencimiento personal sobre ética y valores que es lo que más les falta a todas las religiones, ¿nunca se han puesto a pensar porque los “milagros” propios del islam, del budismo, del judaísmo, o cualquier otra fe no se aparecen en los “dominios” del cristianismo y viceversa?; ¿por qué no aparece un milagro islámico en la ciudad de México?; ¿tan difícil es darse cuenta que sólo les ven la cara de tontos?, ¿por qué no aceptar que lo que pensaron o les enseñaron nuestros padres y abuelos está equivocado y es buena hora de reflexionar y reaccionar?; ¿o acaso es más fácil que un idiota que se cree líder y “tocado” por dios convenza a las personas de destruir una escuela porque la enseñanza y el pensamiento son “malos y peligrosos”?

El mayor problema actual sobre esos “usos y costumbres” que arrastramos tiene que ver con los que nos fueron inculcados por nuestros padres, casi nadie se atreve a contradecir lo que sus padres o abuelos les enseñaron porque tienen esa idea de que si se les contradice, se les falta el respeto, y por ende, si piensan contrario a sus padres, son señalados de personas malas y no quieren quedar fuera de la aceptación familiar o social, entonces, nuevamente: PATÉTICO.

Sólo imaginen esto: Ahora se puede cuestionar casi todo tipo de ideas y pensamientos antiguos, los nietos ahora se pueden burlar de que antes, sus abuelos, salían a espantar con cacerolas a unos malvados “demonios” que ocultaban el sol cada cierto tiempo, claro, ahora se burlan porque saben que eso tiene una explicación (y científica, para colmo y aunque les duela) y se llaman eclipses solares, pero esos mismos nietos difícilmente se “burlan” o dudan de una Vírgen de Guadalupe, o de un San Judas Tadeo, o cualquier personaje de la religión que les fue enseñada porque sí se creen ese cuento de que si les pides, obtienes ayuda (¡válgame!) o porque si no piensas igual, los demás se burlarán (y nadie quiere ser el centro de las burlas) o para colmo, si no piensas como se supone “se debe” pensar, vas a hacer enojar a diosito, que aunque él es todo amor, te va a venir a armar un pedote que pa´ qué quieres y si pasa algo malo va a ser tu culpa.

Pero entonces ocurre algo curioso: La ciencia ha ido descifrando el origen de lo que pasa con la naturaleza, como éstos eclipses (o tormentas, o huracanes, o infecciones, o terremotos o tormentas eléctricas, o erupciones volcánicas, o bacterias, o plagas, o pandemias) y todo tipo de fenómenos y hechos a los que nuestros abuelitos -¡hay tan lindos!- les ponían nombres de dioses y que actuaban para bien o para mal hacia un pueblo que hacía o no hacía lo que debían de hacer, o lo que es lo mismo, nos enseñaron a creernos el cuento de que se nos premiaba o castigaba dependiendo del comportamiento, como si un fenómeno natural se originara dependiendo del número de doncellas sacrificadas o el cuerpo se cura con brebajes de dudosa higiene. Afortunadamente y para desgracia de este tipo de ideas atrasadas y retrasadas, la ciencia ha ido explicando cada fenómeno y es la terrible culpable del “asesinato” de cada dios o santo.

Pero acá una cuestión: ¿Cómo pasa la ciencia a desenmascarar una idiotez tan grande como la sencilla idea de adjudicar un milagro a “alguien” que nadie ha visto o siquiera existió y donde el único lugar que existe es en la mente humana y eso no es palpable?, ¿cómo pasa la ciencia que es real y tangible a comprobar el pensamiento de lo imaginario como es la mente humana tonta y que es hogar de todo tipo de estupideces como dioses, vírgenes, santos, demonios y milagros?, ¡he ahí el éxito de la actual religión!, una vez que fue derrotada la religión en el campo palpable, en el de los hechos comprobables y explicables, se refugiaron en lo que no se puede tocar como lo es la fe en lo tonto y que, irónicamente, representa todo lo que nunca permitieron por siglos a sus creyentes porque imponían un pensamiento autoritario, asesino, intolerante y tirano: En la idea personal que tiene cada individuo de un tal “libre albedrío” y que es ahora el nuevo producto de la iglesia para venderle a los tarados la idea de que no se puede comprobar científicamente lo que uno siente en el corazón.

Ahora resulta que la iglesia que decía el qué, el cómo, el cuándo y a qué hora de las cosas y se llevó entre las patas a miles, viene a pedir que sean tolerantes con ella y a pedir otra oportunidad con carita de víctima y con un falso y para que veas, te da chance de que te imagines toda su concepción y universo religioso como por ejemplo un diosito con una playera del América, bigotes hipsters y pantalones vaqueros pero siempre y cuando sigas creyendo en él, lo aceptes como tu único todo salvador y no te salgas del corral.

¡Y ahí van todos los tarados a comprarle a la iglesia (y a comprarle bastante caro) su desesperada estrategia!. ¿pero si se dan cuenta para qué?, ¿no?, ¿qué raro?, bueno, pues por la sencilla razón de mantener a las masas controladas y la masa no es más que el cúmulo de idiotas maleable y dirigible hacia donde mejor convenga y si puedes controlar a una masa enorme a la que le permitas hacerle creer que está pensando en un libre albedrío pues tienes el poder sobre ellos, les venderás lo que sea y harán lo que quieras, y una de las formas más efectivas de controlarlos es meterle todo tipo de miedo y luego venderle soluciones (si siglos atrás se les vendía la idea de que la peste bubónica era un castigo divino por los pecados cometidos, ahora se les vende otro tipo de “terrorismo” disfrazados de castigos como las armas de destrucción masiva, comunismo, socialismo, rojos, ché-guevarismo, castrismo, evo-moralismo, chavismo y todo eso que vaya en contra del régimen dominante y que por cierto, nadie se toma la molestia de investigar de qué se trata cada “-ismo” pero eso si, todo mundo dice que es malo porque otro lo dijo).

¿Se han puesto a pensar por qué México le cuesta tanto trabajo avanzar como debiera ser?, ¿se han puesto a pensar que prácticamente toda la culpa tiene que ver con la creencia religiosa y el pensamiento de la fe?, ¿de que nuestro atraso proviene de la cruz de tu cuello o de la vírgen de la puerte de tu casa?, ¿notan que no todo es una pésima aplicación de la administración pública y políticas que se malbaratan al mejor postor?, ¿cómo inyectarles entonces políticas de ciencia y tecnología a los pueblos cuando sufren de religión?, ¿han notado que no pasa nada malo (sino todo lo contrario), si contradecimos a los padres y a los abuelos en todo lo que sea verdaderamente cuestionable?, ¿se atreven o siguen pensando que le faltas el respeto sin darte cuenta en el patriarcado mental al que estás sometido y que a la larga también eso es lo que le vas a enseñar a tus hijos?, ¿en dónde está lo peligroso de que los doctores busquen la cura contra el cáncer, que los científicos atraviesen todo el sistema solar o que los ingenieros creen nanotecnologías con resultados que antes se creían imposibles?

Lo primero que tiene que hacer es razonar, y en algunos casos, creer que pensar no duele y luego comprobarlo (tal vez por eso hay mucho idiota en el mundo que no piensa porque cree que duele y van a sufrir tormentos de números y ecuaciones en sus sueños), y una vez aventurado en el campo de la razón, se reirá de todas las babosadas que creía (repito: creía, mas no pensaba ya que le fueron inculcadas desde niño y nunca dudó) y a las que también tenía miedo de enfrentarles mientras crecía; tal vez, comience a filosofar en una que otra pendejada y recaiga en niñerías como su fe actual, pero no hay problema, comience de nuevo, pero de favor, ¡ya córtate el cordón umbilical mental!, porque te han metido pura basura y ya es hora de limpiarte toda esa mierda con papel, como ese que tienen las hojas de los libros.

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