Por ahí leí alguna vez que si
quieres saber qué pasa con la política de tu país, solo observes a detalle la
caricatura política. Siempre cumpliendo con el objetivo de hacernos reír (sobre todo, de nosotros mismos), la sátira con la que se abordan los temas está tan apegada a la
realidad de lo que nos ofrece cualquier noticiero audiovisual por más imparcial y creíble que intente ser y se nos intente vender.
El cartón de la caricatura
política, es un filtro a la veracidad de los temas de opinión pública cuyos elementos de crítica son completamente
transparentes y que difícilmente caen en la mentira o se venden al “chayotazo”; reflejan el sentir de una nación sobre un tema y nos coloca ante una situación en la que reina el sentido de impotencia como pueblo; principalmente en política o fútbol, asuntos que por desgracia, son los hilos que mueven nuestra vida como masa.
El “monero” se convierte en una
especie de Juglar donde su instrumento son su tinta y bolígrafo y sus notas los trazos (o
su computadora y sus "renders", ahora que ya es más común que estas habilidades se realicen de forma digital); sus noticias cantadas son sus "monos" y con la misma inteligencia y rapidez mental, escenifica en un
guión inteligente, a veces sin incluir siquiera palabra alguna, ese sentimiento de rechazo o de venganza que
tiene el pueblo contra su gobernante ante esa situación descarada, cínica o
servicial a los ricos y poderosos, los cuales son siempre ajenos a las necesidades y realidades del país y de la gente y ese pequeño recuadro termina siendo lo único creíble de entre todos los trabajos periodísticos de donde cuyos colegas reporteros de prensa escrita,
radio o televisión ni se atreven a decir.
A lo largo de las décadas han ido
y venido “moneros” y publicaciones, por supuesto sobresalen los que no sólo
hacen excelentes guiones para “un simple dibujito” como consideran algunos,
sino que son recordados por lo atinado de sus guiones y nos han aclarado en una
imagen lo que por meses se puede venir hablando en el panorama de la política o algún otro tema de interés general, incluso internacional; otros han
retratado tan detalladamente caras y gestos con tal precisión y gracia que parecieran fotografías y todo, no sólo para que le regresemos la burla sufrida al son de "una de cal por todas las de
arena" a los políticos, sino para que
hagamos conciencia y que despertemos, he ahí la dificultad de su trabajo:
Hacernos reír y hacernos reflexionar, porque también de los que nos presentan las noticias, hay clases.
Uno de los más grandes
caricaturistas políticos del que aún gozamos en nuestro país y del que pueda
presumir haber estrechado esa mano talentosa y tener atesorado un libro
autografiado es el gran Rogelio Naranjo, el mismo que ha retratado en sus
trabajos la política por más de 40 años como ha caricaturizado a
famosos del espectáculo nacional e internacional.
El siguiente cartón se refiere a
junio del año 1982, de la revista política Proceso. Ya son casi 35 años de una imagen que
se refiere al ex Presidente José López Portillo, a quién le enfurecía que la
prensa, la cual había comprado y controlado por la buena o por la mala, hablara
pestes sobre él, sobre sus decisiones, sobre la corrupción en su gobierno y que la línea editorial de la revista de Julio Scherer no se alinearan ante él a su antojo, como todos los demás. Hecho al que le siguiera la decisión tajante de retirar los anuncios y por ende los pagos a la publicación.
En una declaración, al
preguntarle sobre las notas que se referían a su persona, dijo una de sus más
recordadas líneas: “… no pago para que me peguen” y hoy, a más de tres décadas y pasadas seis administraciones presidenciales, se repite la historia: Es el jodido, el
pueblo, el manifestante, el amolado, el despojado, a quien tampoco le (nos) gusta pagar
con sus impuestos para que le (nos) peguen.
Éste cartón no ha dejado de tener
vigencia a lo largo de todos estos años y parece que hoy sigue tan vivo como el día de su publicación a finales de la gestión del "Perro Jolopo": Es el indígena que ha sido despojado de sus tierras para entregárselas casi regaladas a las mineras y a los ganaderos; es el maestro que lucha para que no le quiten
sus derechos magisteriales; el obrero que no paga para que pierda sus derechos
laborales; el contribuyente que paga para no tener que pagar más y más impuestos; el
reportero con incertidumbre por no saber si será ultimado en el ejercicio de su profesión; el estudiante que exige educación gratuita y de calidad; el egresado que demanda un empleo bien pagado; el conductor que no quiere pasar por baches; el
manifestante que no quiere ser desalojado sino escuchado; la madre pobre que no
quiere parir en el parque de la clínica que le negó el servicio; el líder
social que teme ser desaparecido; la cabeza del ejecutado extrañando al
cuerpo; la mujer que pide el alumbrado público en la calle porque siempre tiene que caminar a oscuras; el aterrorizado inocente que no sabe si el retén que lo detuvo es falso; somos todos nosotros representados en el pequeño personaje del cartón
que ha sobrevivido a las largas, continuas y al parecer inagotables madrizas que le han y nos han tocado y que reclamamos que ésto pare.
Y como siempre, el político,
desinteresado y encabronado porque no aparece representado como solo él se ve en su reflejo narcisista cuyos aplausos y adulaciones de sus paleros lo tienen acostumbrado a que todos lo vean como ese ser todo poderoso del momento y le duele, patalea y hace berrinche por el hecho de haber pagado y malgastado dinero ajeno como si fuera fruto de su esfuerzo en inserciones y aún así, no ser publicado como héroe glorificado.
Cuánta razón tienen los "moneros". Grande Naranjo.
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