Una de las mejores letras que he redescubierto este 2014 es “Cuando
tenga la tierra” de los argentinos Daniel Toro (1941) y Ariel
Petrocelli (1937 – 2010) y quien su compatriota Mercedes Sosa (1935 – 2009)
hiciera aún más famosa por la forma y el sentimiento con la que la
interpretaba. Creo que la canción lejos de ser una obra casi olvidada que
rebasa las cuatro décadas, refleja un sentimiento de lucha y solidaridad con
quienes son los verdaderos trabajadores y dueños de la tierra, algo hoy en día tan lejano
que parece imposible y se torna utópico.
“Cuando tenga la tierra…,
La tendrán los que luchan...:
Los maestros, los
hacheros, los obreros…”
¿Cuál es la imagen a inicios de un nuevo año que tiene la población en
general sobre los maestros, hacheros y obreros aquí en México y por qué siempre
sus luchas sociales son tachadas, desacreditadas, desaprobadas y rechazadas por
las poblaciones citadinas que cada vez más piensan que el lugar y la
forma en la que viven debe de ser el pensamiento reinante y su intolerancia a
quien piensa diferente se vuelve ofensiva?
Es muy difícil abrir los ojos cuando se tiene la necedad (o terquedad) de que nuestro “pequeño
mundito” es el centro del mismo y perdemos la sencillez y la honestidad por la envidia y lo banal: Todos
los días, si se pone un tantito de esfuerzo, podemos cambiar del ver al
observar y del oír al escuchar pero, ¿cuánto interés tenemos apoyar a alguien al
grado de convertirlo en acción solidaria?; ¿será que somos casos perdidos en
donde si no obtenemos alguna forma de utilidad no nos nacerá ayudar al otro?; ¿somos
tan ciegos que no vemos lo que sufren los demás y a quienes dentro de nuestros
posibilidades podemos ayudar?
Fácilmente podemos encontrar documentales, por ejemplo, de las
consecuencias a la salud de los trabajadores, del daño a la flora, a la fauna, de los impactos negativos en las
poblaciones, de la contaminación del agua y los daños irreversibles a sitios arqueológicos o patrimonios
cercanos por una mala minería; nos enteramos que a los pobladores cercanos ya
no tienen acceso a disfrutar las playas porque ahora son propiedades privadas;
aplaudimos el desalojo de manifestantes de causas sociales porque creemos que
la calle es exclusivamente para los vehículos y hasta nos enojamos que nos
reduzcan espacio para ciclistas, creemos que todas las recientes autodefensas
están financiadas por el crimen organizado y nunca nos pusimos a meditar que
son personas similares a cualquiera de nosotros que están hartos de ser pisoteados, violados, robados, extorsionados,
ultrajados, asesinados… ¿Qué tan solidarios somos, qué tan éticos somos como para
ponernos en lugar del otro y analizar qué es lo que hace falta para motivarnos a cambiar
de un pulgar levantado en facebook a convertir en praxis las ideas?
“Campesino… cuando tenga la tierra sucederá en el mundo el corazón de mi
mundo,
Desde atrás de todo el olvido…
Secaré con mis lágrimas todo el dolor de la lástima y por fin te veré…
Campesino…, campesino…, campesino…, campesino…
Dueño de mirar la noche en que nos acostamos para hacer los hijos…”
Tal vez la ayuda se pueda encontrar en la frase popular “mucho ayuda el que
no estorba…” porque si bien no somos para hacer un mínimo de esfuerzo por quien
lucha, somos expertos en menospreciar la del otro y como por ende, si tampoco
hacemos un mínimo de informarnos correctamente, pues entonces cualquier desinformación
repetida constantemente la tomamos como criterio propio para darle la espalda a
personas y grupos que piden nuestra ayuda, o de menos que no critiquemos y que esa "ayuda" sea algo tan
sencillo como No Estorbar.
Entonces, entendamos que: “Si no ayuda, no estorbe y si no sabe, no opine;
porque es mejor quedarse callado y mostrar una honestidad ignorante a gritar y
demostrar que es un completo idiota que sabe de todo pero no hace nada”; es
algo así como “Hágase a un lado porque ahí vienen los que están cambiando las
cosas y no sólo están desde la comodidad de su balcón criticando”. Entonces, si
la lucha viene desde lo justo y desde uno, se puede lograr desde lo personal y
hasta lo colectivo lo que sea que se proponga y hoy en día vemos cómo se
recuperan tierras, comercios, seguridad, tranquilidad y justicia por las propias
manos de quienes luchan por ello y lo trabajan: El mismo pueblo, ese legítimo
dueño de las cosas que nos está enseñando a recuperar lo que nos pertenece.
Nadie dijo que sería fácil.
“Campesino…
Dueño de mirar la noche en que nos acostamos para hacer los
hijos…
Campesino…
Cuando tenga la tierra le pondré la luna en el bolsillo y
saldré a pasear con los árboles y el silencio...
Y los hombres y las mujeres conmigo…”
Les dejo tres versiones diferentes de la mencionada canción: La primera es
la versión original de Daniel Toro de 1972, la segunda es una versión de
Mercedes Sosa grabada en las instalaciones de la Casa de Cultura de Cuba en
1974 y la tercera es una versión en vivo a su vuelta del exilio en Argentina y extraída
del documental “Como un pájaro libre” de 1983.
Porque a fin de cuentas… ¿quién no quiere celebrar junto con los que piensan acompañado de su propia orquesta de grillos?
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