Ayer en el noticiero nocturno de López Dóriga vi un reportaje donde una organización en Janos, Chihuahua, llamada “El Uno”, en septiembre del año pasado, lograron que naciera el primer Bisonte Mexicano silvestre, después de un siglo de haberse extinguido y que tienen un buen programa para repoblar de Bisontes esta zona protegida, a lo que se me llenó la cabeza de preguntas como ¿a qué animal no lo han orillado al borde de la extinción?; ¿a qué animal no le hemos puesto en la madre?, ¿con cuál no se hace negocio?; ¿hasta cuándo nuestras autoridades seguirán haciéndose de la vista gorda en pro de la conservación, respeto, defensa y fomento a la educación desde animales silvestres hasta los de consumo? y sobre todo ¿veré con mis propios ojos cuando la naturaleza se desquite de nosotros de forma masiva?
He pensado que hacia donde pensemos, no hay ningún animal que se salva de la estupidez humana, por ejemplo, aves exóticas que son traficadas desde las selvas y bosques en todo el mundo para que terminen en jaulitas diminutas todo porque una señora quiere tener sus “pajaritos”, lo mismo con todo tipo de tortugas, primates, hasta llegar al colmo de la idiotez en el que algún pinche naquísisimo narco tenga su zoológico privado con tigres de bengala, panteras negras o leones en su mansión del desierto de los leones y no repare en gastos para hacerlos traer cueste lo que cueste, además de controlar el mercado negro del tráfico de especies, valiéndole madre si están o no en peligro de extinción, total, si su vieja o sus hijos quieren “montar de caballito” un león, pues el dinero no es problema.
México es sinónimo de interminables ejemplos en contra de los derechos animales y donde pasan todo tipo de idioteces en contra de ellos como la venta ilegal de tortugas en plenas carreteras de Oaxaca, o de víboras camino a San Luis Potosí, pero el mayor problema viene de las personas que lo compran y comparten la otra mitad de la culpa por la que los animales son tratados como mercancías: En cualquier acuario es muy fácil comprar “pescaditos” por unos cuantos pesos, reptiles, perros, gatos, aves y lo mismo si en su “folklore”, al “naco promedio y adinerado” se le ocurre en lugar de comprarlos, ahora comerlos, entonces el ejemplo más claro es el mercado de Sonora, aquí en la capital, donde pueden comer tigre, caballo, elefante, cocodrilo, avestruz, mono y lo que se les ocurra. Los compradores son (o somos) partícipes y quienes fomentamos el tráfico de especias.
El ejemplo es sencillo, si continúan existiendo compradores o demandantes, seguirá existiendo el mercado ilegal de animales y el verlos como meras mercancías; ya sea desde el capricho de un niño que quiere un pollito pintado de “azul” afuera de su primaria o hasta el capricho de algún político o empresario en Japón que quiere comer aletas de tiburón porque cree que así le da vigor y potencia sexual o la supermodelo, princesa idiota o heredera imbécil que quiere algún abrigo de piel exótica, además de que existen diseñadores, restaurantes y tiendas lujosísimas que le cumplen sus deseos, esto sumado a la pésima educación del país donde los niños crecen creyendo –con el respectivo refuerzo de la iglesia con la ideología que sea- que los animales fueron creados o están para servirnos de alimento, pues el lógico que seguirá estando el “don” que te vende tortugas en una hielera o trae en sus espaldas jaulas con loros y pericos.
Es como el ejemplo de los limpiaparabrisas, “si les sigues dando dinero, seguirán estando”, pero el mayor problema no es quitarlos y listo, sino ver el origen del problema, atacarlo y prevenirlo con programas sociales y de educación básica los cuales necesitan el monitoreo para corregir los errores que se presenten o atacar a tiempo las debilidades, se tiene que cambiar con urgencia la forma de pensar de las personas y pasar de “es un simple pinche perro/gato/loro/cocodrilo/tortuga/foca/cucaracha/planta/rata/juguetito” a verlos como seres que merecen respeto y que nosotros como “supuestos” (a veces, ni sé de dónde ni porqué) seres pensantes, estamos obligados a su protección y procuración de las especias; un buen comienzo es no comprar estos animales y denunciar tanto públicamente como en redes sociales sobre las personas y lugares que incurren en estos actividades.
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