martes, 22 de marzo de 2011

“Cultura si hay, lo que falta son lectores”


El pasado domingo 6 de marzo culminaron las actividades culturales referentes a la XXXII Feria Internacional del Libro en las instalaciones del Palacio de Minería en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en resumen pasa lo de todos los años: Nada o muy poco.

En esta ocasión, describiré mi singular visita a la presentación de un libro que me llamó la atención: “Lienzo en piedra, pintura rupestre en la península de Baja California” del fotógrafo Enrique Hambleton Von Borstel, celebrado el día jueves 24 de febrero.

Este libro es un excelente documento fotográfico a todo color casi dos mil impresiones (de muchas más existentes) de las representaciones rupestres dentro de las Sierras de San Borja, de San Juan, de San Francisco y de Guadalupe, en Baja California Sur y da la oportunidad de conocer dentro de sus páginas, las mejores fotografías desde la mirada del fotógrafo sobre testimonios plasmados en piedra con más de 9200 años de antigüedad con el objetivo de promover la conservación. Algo curioso fue la logística de dicha presentación: La o las personas encargadas del equipo audiovisual (en este caso un proyector y una lap top) que servirían para pasar algunas imágenes (mapas, caminos, pinturas rupestres, experiencias durante el viaje, travesías, entre otros que vi más adelante) durante la presentación, sufría de un grave problema: De usuarios incapaces o incompetentes de manipular tecnología básica.

Al llegar con tiempo de sobra a la presentación, me pareció primeramente, que el aula a la que fue asignada la presentación de dicho libro era muy pequeña (Salón Rafael Ximeno y Planes) ya que tenía el dato que el Instituto Sudcaliforniano de Cultura apoyaba este acto por lo que en algún momento llegué a pensar hasta en cámaras de televisión, o prensa especializada en materia cultural, o reporteros gráficos, o incluso artistas gráficos o diseñadores que les pudiera interesar no sólo el trabajo como libro (el cual goza de muy buena calidad), sino el contenido del mismo, pero nada de eso y al parecer, estas presentaciones suelen estar muy vacías a menos claro, que todo mundo se pelee por una firma de los autores que están de moda o en boga en las noticias como ocurrió con la periodista Cármen Aristegui al presentar su libro o como ocurre siempre con Francisco Martín Moreno.

Pero regresando a la presentación a la cual asistí, lo siguiente que noté fue que el público, el auditorio, los presentes, podíamos ser contados con los dedos de la mano y, aún con unos minutos de tolerancia, se comenzó la presentación ya que tienen el tiempo encima y al pasar la hora, tienen que desalojar el aula para permitir la siguiente presentación, conferencia, firma de libros, exposición de cortometrajes, o lo que sea que le toque, igual haya gente o no (#fail).

No tarde casi nada en observar que una señorita traía un iphone 4 para grabar la presentación, pero lo chistoso era que ella, no tardó nada en darse cuenta que yo me entretenía a mi antojo con mi iphone 3GS, por lo que no dudó (y por ende en delatarse) de que lo suyo no es la tecnología (¡pero para nada!) y amablemente pedirme una rápida explicación de cómo tomar fotografías y video con el aparato (por cierto, pedírmelo como tres veces y cada vez más despacio), demostrándome que no sólo no lo sabía utilizar, sino que se lo habían asignado de rápido alguno de los tres presentadores del libro para tener alguna foto o video del evento, una vez explicado el cómo con el dichoso aparato, me entretuve en comprobar cada vez si había aprendido algo de lo que le dije.

Pasaron un par de minutos y la señorita volvió a acercarse una cuarta vez para pedirme que le manipulara la computadora portátil y el proyector donde se pasarían la diapositiva que el autor tenía preparada, yo amablemente le respondí que lo único que tiene que hacer es evitar que se caliente el foco del proyector y darle en “iniciar como presentación” al archivo, una vez abierto el programa de powerpoint, por lo que sólo recibí una mirada como si le hablara en japonés o ruso y me pidió que si lo podía hacer yo y pensé: “¡A toda madre, a ver si de menos me regalan un ejemplar del libro que por cierto no es nada barato o de menos me lo firma el autor después de que me trae de su pendejo!”; finalmente en menos de 30 minutos se habló detalladamente del libro, “bla, bla, bla” y listo, a desalojar lo más pronto posible el aula para la siguiente presentación; ya hasta me dio pena decirle a la señorita cómo le habían quedado las fotos.

En menos de una hora comprobé la constante de lo que sufren este tipo de eventos culturales: 

1.- Falta de una buena logística que evite estos contratiempos con los equipos audiovisuales como fallas eléctricas o mecánicas.

2.- Que quienes manipulen estos equipos, tengan un poco de conocimiento de lo que hacen (o de menos: un poquito de madre).

3.- Que se inviten a expertos o reporteros en la materia para presentaciones de excelentes trabajos, universidades, estudiantes, público en general y no seamos sólo quince personas de las cuales éramos: tres presentadores del libro (el autor, una autoridad de la editorial y una autoridad del INAH); el editor del libro y su esposa; dos amigos del autor; la señorita asistente del autor que sufre de problemas de tecnología; dos jóvenes que trabajan en la feria de libro encargados del aula y cinco interesados en el libro, de los cuales uno fui yo; digo, una cosa es que se promocione la feria del libro y otra es que se promocionen los buenos eventos dentro de la misma.

4.- Que aunque se venden todo tipo de libros y productos para todas las edades, se aconseje no traer personas mayores o carriolas con niños (que ya pueden caminar, por cierto) para evitar que aglomeren los muy limitados espacios de la feria; ya que les da por sentarse en las escaleras, obstruir salidas de emergencia, correr y gritar, tirar y golpear libros y stands con sus carriolas, entre otras molestias (castrosas) más propias de una guardería o un área para niños.

5.- Darle mayor importancia e interés a eventos y presentaciones de verdadera calidad y contenido dentro de la misma feria del libro que pendejadas como la presentación del libro de Yordi Rosado donde hasta cámaras de televisión se pelean por entrar; porque cultura de calidad si hay, pero se pierde en el inmenso mar de mierda que le encanta a la gente.

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